Eli Verón, es el centro de contención que trabaja arduamente en asistencia. Una madre, comentó que un efectivo le sugirió no ir al lugar porque no se podía quedar, esto motivó la nota.
Claudia Romero Valdés fue consultada por el móvil de En el Aire desde el refugio Eli Verón. Carolina, tiene una nena y necesita trabajar. Se supo que personal policíal le había sugerido no ir a buscar ayuda al refugio porque no se podía quedar: “Soy la coordinadora del centro de monitoreo, tenemos víctimas de capital e interior, con sus niños. Hay poquitas ahora, hace poco se fueron cuatro chicas. Según nuestro protocolo de 7 a 10 días, ese es el plazo que la justicia toma una decisión. Hay que asegurar todos los extremos en los casos de violencia de genero. Trabajamos muy bien con la justicia. En general es muy raro que la víctima no vuelva a su casa”.
“Quizás no tienen tacto, pero no es toda la Policía. En toda la sociedad, vos tenés gente que le gusta trabajar y otras no. No somos el único equipo de colaboración, capacitación tienen en forma constante. Falta visión de género para escuchar a la víctima y ver cómo se puede ayudar. Nosotros somos colaboradores para que esta salga de su situación”, dijo.
Consultada sobre el protocolo hacia las víctimas dijo: “Salen con prohibición de acercamiento del violento y en caso de ser necesario se saca al agresor del domicilio. Ya en sus hogares se trabaja con sistema de mensaje, en caso de requerir ayuda se disparan los mensajes coordinadamente para que acudan los efectivos más cercanos. Si esto ocurre, tiene que radicar la denuncia nuevamente hacia al agresor. Trabajamos con la UNNE en cuestiones de asesoramiento legal. Nosotros dependemos del ministro de Seguridad”.
“Cada vez que se necesitó, bajamos a terreno para tener un contacto estrecho con la víctima para ver los extremos que está viviendo. Los casos están, salen a la luz cuando la víctima está lista para hablar. Tuvimos mucha violencia intrafamiliar en este tiempo. Entre padres e hijos u hermanos. No tenemos horarios, generalmente la víctima habla con su entorno más cercano. Hay que escuchar y acercarse a nosotros y ahí determinamos si bajamos según el caso. Es la víctima la que se sabe con qué zapatos se mueve”, finalizó.
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