Una bala de mortero casi estalla tras ser golpeado por un operario de una metalúrgia, que desconocía que se trataba de un elemento explosivo de gran poder.
El hecho ocurrió ayer a la tarde cuando el dueño de un taller metalúrgico de Benjamín de la Vega, a la altura del 2100 halló a sus empleados manipulando una bala de mortero PAF, de la década del 60, identificada como granada de mortero de 81 mm, sin espoleta, sin aleta y con su carga primaria activa.
Los operarios habían llevado el artefacto hallado en la zona del barrio Río Paraná, y querían abrirlo pensando que en su interior "iban a encontrar oro".
Al percatarse el dueño del lugar que se trataba de una bomba, inmediatamente dieron aviso a la policía, que activó el protocolo de explosivos.
Lo cierto es que la bala estaba en condiciones de estallar lo que por poco no ocurre ya que los operarios, desconocedores de su potencial peligro, estaban por cortarlo con una amoladora de mano, lo que habría hecho estragos.
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