Aproximadamente 20 días después de que, con criterio, muchas de las competencias previstas en Chile se suspendieran, la Conmebol resolvió mudar del país trasandino la final de la Copa Libertadores. Se jugará el día previsto -el 23 de noviembre- pero ya no en Santiago, sino en el estadio Nacional Lima, Perú.
Después de horas de deliberaciones en la sede de Conmebol, a dónde acudieron tras un llamado de urgencia el presidente de River, Rodolfo D’onofrio, su par de Flamengo, Rodolfo Landim, y los presidentes de la AFA y la Confederación Brasileña de Fútbol, Claudio Tapia y Rogelio Cabloco, respectivamente.
Un piedrazo a un micro permite mudar el Superclásico a España, por un estallido social es necesaria una reunión de consorcio, ya que ni las 20 muertes, ni denuncias de violaciones de Derechos Humanos, un gobierno nacional tambaleante y la ciudadanía chilena en la calle habían puesto en jaque la final única de la Copa Libertadores.
El martes, discutieron posibilidades durante varias horas con la decisión tomada de abandonar la final única en Santiago. Lima, por ser “equidistante” de Brasil y Argentina desplazó a Paraguay, la opción propuesta por Conmebol.
“La elección del nuevo escenario se apoya en el ofrecimiento del gobierno del Perú, y en las garantías de seguridad que ha dado”, explicó poco después del cónclave la Conmebol, que no alcanzó para definir el estadio, algo que se definió dos horas después.
¿Y las entradas?
Aquellas personas que ya hayan adquirido las entradas para el partido, deberán reclamar el reembolso del dinero por la misma vía que fueron adquiridas y Conmebol devolverá el 100 por ciento del precio pagado. Quienes decidan viajar a Perú, recibirán además un código que tendrá un validez de 72 horas para volver a comprar las entradas para la nueva final en Lima, antes de que vuelvan a salir a la venta.
